"Entonces, hermanos, podemos entrar con toda libertad al Lugar Santísimo gracias a la sangre que Jesús derramó. Jesús abrió un camino nuevo para nosotros a través de la cortina. Él mismo es ese camino nuevo y vivo. Es decir, lo abrió ofreciendo su propio cuerpo como sacrificio. El gran sacerdote que tenemos reina sobre la casa de Dios. Nos ha limpiado y liberado de toda culpa, y ahora nuestro cuerpo está lavado con agua pura. Entonces acerquémonos a Dios con un corazón sincero, seguros de la fe que tenemos. Mantengámonos firmes en nuestra esperanza porque Dios cumplirá lo que prometió. No dejemos nunca de hablarles a los demás de nuestra fe. Seamos solidarios. Ayudemos a los demás a demostrar su amor y a hacer el bien. Algunos están faltando a las reuniones, y eso no está bien. Reunámonos para animarnos unos a otros y con mayor razón ahora que vemos que se acerca el día". Hebreos 10:19-24
El título de este artículo es el mismo que encontramos en la biblia del versículo 19 al 39 y que parece ser un muy buen resumen de lo que significa el evangelio. Si tú no has leído esa parte de la biblia te animo a que lo hagas pidiéndole a Dios que te de entendimiento venido de él, es tan liberador ver su obra en acción. Si has tenido la bendición de leer el libro de Hebreos (o mejor aún la biblia en su totalidad) entonces coincidirás conmigo que Jesús es, indiscutiblemente quien da sentido a toda la palabra.
Me encanta la forma en que el autor de Hebreos explica lo que Jesús hizo por nosotros, el derramó su preciosa sangre en la cruz porque él es el sacrificio perfecto y él único que puede salvarnos, al hacerlo nos dio acceso al Lugar Santísimo, la cual solía ser la parte del templo en la que sólo el sumo sacerdote tenía acceso para ofrecer el sacrificio a Dios como manera de obtener el perdón por los pecados del pueblo.
Si tu y yo hubiéramos vivido en los años en que se ofrecían sacrificios, no creo que hubiéramos sido los encargados de hacerlo, y quienes lo hacían tenían varias responsabilidades que cumplir para agradar a Dios al ofrecer el sacrificio y que este fuera aceptado. Incluso se dice que si quien lo ofrecía no lo llevaba a cabo de forma precisa podía morir, y no sólo por un mal manejo de acciones pero también por cuestiones de pecado.
Pecado. Lo que dice en romanos 3:23 que todos hemos cometido y que por lo tanto nos destituyó de la gloria de Dios. Creo que puedes comprender que por cuanto hemos pecado no merecemos acceso al lugar santísimo, sin embargo en este versículo se dice claramente que podemos entrar y podemos hacerlo con toda libertad, no esta siendo contradictorio quien quiera que haya sido el autor de Hebreos, porque inmediatamente nos dice gracias a quién podemos hacerlo.
Gracias a Jesús y a su sangre que derramó cuando murió en la cruz.
En los evangelios, que es como se conoce a los primeros cuatro libros del nuevo testamento, es decir Mateo, Marcos, Lucas y Juan, se habla del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús y quiero citar este en especial Marcos 15: 37-39
"Pero Jesús dio un gran grito y murió.
Cuando Jesús murió, la cortina del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo.
Y cuando el capitán que estaba de pie frente a Jesús lo escuchó gritar y lo vio morir, dijo:—Este hombre sí era el Hijo de Dios".
Esta es la parte en la que se hace referencia a la cortina física que dividía las áreas internas del templo, pero por lo que leemos en Hebreos 10:19 sabemos y podemos interpretar que también se refiere en un sentido espiritual, la brecha que nos separaba de Dios debido a la rebeldía de nuestros pecados, terminó allí. Volvimos a la vida. Volvimos a Jesús.
En otro de los evangelios, Jesús afirmó ser el camino, y la verdad, y la vida y además deja muy claro que nadie va al Padre, sino por él. Complementando así lo que en este pasaje de Hebreos explica cuando dice que Jesús abrió un camino para nosotros y que él mismo es ese camino y es también la forma visible de Dios. (Colosenses 1:15).
Si tú quieres llegar a Dios porque él te ha permitido entender cuanto lo necesitas, es únicamente a través de Jesús, de creer en su sacrificio por ti en la cruz del calvario. El camino no lo hicimos nosotros y tampoco lo ganamos por mérito propio, todo se debe al amor del Padre por su pueblo y a la fidelidad de Cristo.
Conforme seguimos leyendo en el pasaje mencionado al principio, nuestra esperanza y seguridad aumenta sabiendo que podemos acercarnos a Dios, a su trono, y ahora es posible una comunión con él con Jesús como único mediador, quien nos hace dignos antes los ojos del Padre, sin culpa y sin mancha. Dios ha hecho las paces con nosotros a través de la sangre que Cristo derramó en la cruz, (Col. 1:20) nunca dejes esa realidad de lado, porque no hay nada más que agregar a lo que Jesús ya hizo por nosotros.
Dios cumplirá lo que ha prometido, que Jesús volverá como rey y un día estaremos con él, aunque ahora no entendemos todo lo que él hace un día lo entenderemos y mientras ese día se llega nuestra confianza está bien puesta sobre la roca que es Cristo.
En ese mismo pasaje observamos una serie de recomendaciones que el autos nos insta a seguir, sin dejar de tener claro que no son esas acciones las que nos salvan, pero son consecuencia del amor de Dios a través de Jesús quien ya nos salvó y que para su honra es que somos llamados a compartir con otros de nuestra fe en él, a ser solidarios, vaya que se necesita que nos compartamos unos a otros y nos motivemos a seguir nuestro caminar con Jesús.
Yo soy motivada a diario por mis hermanos y hermanas en la fe a seguir esperando en él y muchos son los que se han solidarizado conmigo en tiempos de necesidad; por causa de Jesús y que me fortalece es que yo tengo la capacidad y el poder de hacer lo mismo por otros. (Filipenses 4:13).
Creo que hasta aquí estamos entendiendo mejor quien es Jesús y que ha hecho por nosotros, ahora quiero agregar la siguiente parte del capitulo 10 de Hebreos, de los versículos 26 al 31. Que de ninguna manera podemos ignorar.
"Si decidimos seguir pecando después de conocer la verdad, entonces no queda otro sacrificio que quite los pecados. Sólo nos queda esperar el juicio terrible, un fuego ardiente que destruirá a los enemigos de Dios. Si alguien desobedece la ley de Moisés, es ejecutado sin compasión cuando hay dos o tres testigos que declaran contra él. ¿Qué creen que le pasará al que desprecia al Hijo de Dios? Es seguro que recibirá mayor castigo por considerar la sangre de Cristo una porquería. Esa sangre que estableció el nuevo pacto lo había purificado de sus pecados. Por eso recibirá un castigo peor por insultar al Espíritu que nos muestra el generoso amor de Dios. Sabemos que Dios dijo: «Los castigaré, les daré su merecido» y «El Señor juzgará a su pueblo». ¡Es terrible caer en las manos del Dios viviente!
Si ya leíste hasta aquí ya escuchaste el nombre de Jesús, quien salva al pueblo de sus pecados, ya no puedes negar que ahora sabes quien es él, y si aún decides pecar o si yo decido hacerlo (¡qué Dios Padre me libre de eso) no queda absolutamente nada que pueda salvarnos. No hay otro sacrificio mejor, no hay otra manera, no hay otra idea, no hay plan B para la salvación, no hay nada más. La palabra de Dios es clara y nos está advirtiendo a tiempo ¡Alabado sea él!
No aceptar a Jesús y su sangre derramada es dicho de otra manera rechazarlo, y creer que debe haber algo mejor, algo más o simplemente algo diferente es necedad del corazón. El Espíritu da testimonio que Jesús es el único camino para llegar al Padre, como ya leímos anteriormente.
Considera esto, el hombre nunca pudo por mérito propio ganar la gracia de Dios, como dijo William Temple "Lo único con lo que contribuimos a nuestra salvación fue con el pecado, y eso hizo necesaria la salvación". Fue por la bondad de Dios que nos dio a su Hijo unigénito Jesús quien lo hizo posible.
Lo que nos resta es pedirle a Dios que él nos ayude a aceptar ese sacrificio que ya fue hecho, que nos permita ser hijos suyos también y poder atesorar a Jesús. Dios puede hacerlo, él puede darnos ese honor y por su gracia podremos responder con fe y firmeza al llamado que nos hace, el llamado a la fidelidad.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20